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“Aprendemos a ser sabios más por el fracaso que por el éxito» (Smiles, moralista inglés)

En la enseñanza tradicional el maestro expone los contenidos del tema,  en donde la mayoría de las veces las explicaciones de los maestros en las clases de matemáticas se refieren a la técnica o procedimiento que resuelve un tipo de problemas. Por ejemplo, enseñar el funcionamiento de la división para luego aplicarlo en la resolución de problemas. El alumno copia en su cuaderno lo que el maestro escribió en el pizarrón y luego resuelve varios ejercicios replicando el procedimiento explicado por el maestro, y que le sirve para memorizar la técnica. Este proceso está cuidadosamente pensado para que no surjan errores.

Los errores son detectados en las evaluaciones, si no se llega a la respuesta correcta entonces se marca como error.  La cantidad de errores detectados impacta en la calificación obtenida, a más errores menor calificación. Rara vez se analiza el proceso para tratar de detectar dónde estuvo el error. En esta forma de entender el aprendizaje y la enseñanza de las matemáticas, el error es visto como algo negativo, que crea ansiedad y culpa a quien lo comete y da motivos al maestro para sancionarlo.

Pero qué hace el maestro con los errores de los alumnos, la mayoría solo los califica, “está bien” o “está mal”, lo cual significa que el alumno debe intentar nuevamente hasta llegar a la respuesta correcta. Y que hace el alumno, volver a intentar, a adivinar, a repasar los pasos y volverlos a aplicar, hasta llegar a la respuesta correcta. Pero esto NO es aprender, esto es satisfacer al maestro. En otros casos el maestro marca el error y entonces el alumno lo corrige, y ambos quedan satisfechos por llegar a la respuesta correcta. Así la ansiedad que provoca la aparición de un error en el alumno y en el maestro desaparece.

Más allá de que esta forma de concebir el aprendizaje no sirve, los alumnos no aprenden, no saben dónde ni cómo utilizar los conocimientos aprendidos en clase, pensemos en la manera que impacta en la formación del estudiante. La actitud pasiva que tiene el alumno en una clase tradicional se extrapola a la vida. No sabe cómo enfrentar situaciones problemáticas en las que tiene algo que buscar, que tiene que poner en juego todos los conocimientos que posee más que una técnica específica, que tiene que probar, que se puede equivocar, que tiene que encontrar por el mismo los errores, que debe ser consciente de las causas del error.

Pensemos en nosotros, como adultos, quedamos más satisfechos cuando reflexionamos sobre las causas de nuestros errores. Pero, ¿podremos hacer reflexionar a nuestros alumnos sobre sus errores? Claro que se puede, y aquí el maestro cumple un papel relevante al elegir aquellas respuestas erróneas, con errores diferentes. Muchas veces son los mismos alumnos que, cuando están explicando cómo lo hicieron, se dan cuenta de dónde se equivocaron. O sus propios compañeros los detectan. Si en las aulas de matemáticas instalamos estos espacios de reflexión sobre las soluciones encontradas, el error no es vivido con culpa sino que se entiende que forma parte del proceso de aprendizaje y empiezan a incorporarlo como parte de la resolución, volver a revisar lo que hice.

En este espacio de reflexión el maestro obtendrá información de los diferentes tipos de errores que pueden cometer sus alumnos, errores de comprensión, de razonamiento, en la utilización de la estrategia para resolver un determinado problema, conceptuales, dejar fuera cierta información, o en cómo organizar la información, errores mecánicos, entre otros. A lo largo del desempeño como maestros estamos en condiciones de hacer un catálogo de errores típicos que los alumnos cometen en ciertos temas.  Si como maestros conocemos los posibles errores que cometen nuestros alumnos y cuáles son sus causas, podemos trabajar en qué hacer para corregirlos. Averiguar que está detrás de cada error nos permitiría descubrir algunos secretos sobre el aprendizaje.

La identificación de los errores, no solo informa al maestro sobre los procesos de aprendizaje, sino también sobre la metodología de enseñanza. Ya es por todos sabido los errores que surgen en una clase de matemáticas cuando se empieza por la explicación de una técnica o por la presentación de definiciones para luego ser aplicadas a la resolución de problemas.

Es por ello que así como pretendemos que nuestros alumnos prueben, exploren, ensayen soluciones a los problemas seleccionados para aprender ciertos temas, así los invitamos a formarse en matemáticas mediante la resolución de problemas. En nuestros cursos podrá identificar cuándo un enunciado es o no un problema para el alumno, aprenderá a identificar los conocimientos puestos en juego en las soluciones de los alumnos, podrá detectar los posibles errores para que, a partir de ese conocimiento, se permita como los alumnos, probar y explorar en clase otra manera de enseñar matemáticas. Lo invitamos a entrar a nuestra página: formacionms.com, allí podrá acceder a nuestros cursos y estamos atentos a ayudarle a resolver esas situaciones particulares que se presentan a la hora de enseñar matemáticas.